LA NEVERA DE DOS PUERTAS

Con 39 grados a la sombra, ni más ni menos, pienso en pasar mis días de descanso en una nevera. Lleno de provisiones y una temperatura fresca, todo lo contrario a lo que tengo en mi casa.

Toda la vida he sido muy fan de las neveras. Vosotros soñáis con vestidores de varias puertas y millones  de perchas, baldas, cajoneras y burros metálicos o de castaño viejo, y yo sueño con una nevera de dos puertas, dispensador de hielo picado y un motor tan potente que si le cambiamos la base, en lugar de una nevera tendríamos un cohete espacial.

Si fuese responsable de recursos humanos creo que en vez de pedir C.Vs, pediría fotos de los frigoríficos, y ni que decir tiene que antes de darte el sí quiero, tendré que analizar tu nevera de cabo a rabo. Ella me dirá: el estado civil. La altura, peso y constitución física. El nivel cultural e intelectual.

Sabremos si su propietario es ordenado y limpio. Conoceremos si es egoísta o generoso. Su capacidad de aguante ante una bacanal etílica. Cuál es su grado de ternura, si le gustan los niños. Si esa persona es dulce o por el contrario un poco siesa. Su inteligencia emocional y sus habilidades para jugar al tetris.

Su actividad sexual. Sí, sí, hace unos días un amigo me contó que en la nevera de un chico al que acababa de conocer se encontró entre la mermelada de fresa y las natillas con galleta, dos botes de lubrigante, preservativos como para erradicar el VIH en todo el continente africano y varios juguetes con formas fálicas. Salió de esa casa saltando las escaleras de tres en tres.

¡Benditas neveras!

Os parecerá exagerado o no, pero mostrar una nevera es casi como enseñar el culo en público. A tres días de irme de vacaciones, así está mi nevera. Unos tomates, algo de cebollino, dos yogures caducados. Pavo frío, jamón serrano del malo y un par de huevos ya cocidos. Varias botellas de agua, un brick de leche de avena y unos filetes de pollo. Dos limones, un poco de salmón y tres melocotones de los que valen su peso en oro.

Tengo lo suficiente para mí, a falta de algo que en el mercado todavía no he encontrado. Un posit en la puerta que diga:

«Llego tarde, pero esta noche la cena la hago yo. TQ…»

LA NEVERAA menos veinte, de cuarenta.

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