La señora que recoge el cubo de la basura y limpia las escaleras, me despierta a las 7 de la mañana batiendo la puerta como si se la fuese a llevar con ella. Me acuerdo de toda su familia cercana y lejana.
Me tomo una naranja. Después copos de avena integral y dos cafés cargaditos. Escucho esa emisora de radio donde ponen música de los 80 y 90 en bucle. Repaso tres periódicos mientras hago la cama y contesto emails.
Miro hacia el patio interior cuando bajo las escaleras de mi casa. Toco la tierra de las plantas para ver si les falta agua. Me echo tres tipos de colirios distintos.
Me sorprendo cuando veo algunas de vuestras fotografías. Busco una sonrisa en el espejo del cuarto de baño. Recojo las pelusas que corren por la alfombra del salón aunque haya limpiado a conciencia.
Organizo mis horas y nunca cumplo los horarios. Como una onza de chocolate negro a media tarde con un descafeinado y un puñado de nueces ya peladas. Cargo el teléfono una vez.
Voy al gimnasio con pantalones cortos llueva, nieve o hiele. Escribo notas para mí que a veces tacho, y otras mancho de café.
Me tomo un vino, blanco en verano y tinto en invierno. Abro y cierro la puerta del armario varias veces al día.
Saco muchas fotografías con el teléfono móvil. Pienso en cómo llegar a más. No me da tiempo. Sueño despierto. Busco sinónimos.
Me levanto al baño dos veces durante la noche. Protesto por algo. Digo que no lo volveré a hacer.
Te escribo. Te leo. Te pienso. Te quiero. Todos los días.