Me dijiste ayer.
Estabas rodeado de gente, pero estabas ausente.
Tu soledad la decidiste tú en un momento determinado, cuando no quisiste que nadie estuviese contigo, aunque ellos no lo sabían, tú estabas solo. Yo también, pero tú te diste cuenta al momento y no la interrumpiste, eres listo.
¿Me echas de menos? Claro.
En mi soledad te echo siempre de menos. Echo de menos a esas personas con las que hablo a diario y no conozco absolutamente de nada, como no te voy a echar a ti de menos. Echo de menos a gente, y también momentos. Echo de menos a mi familia, a mis amigos, las chanclas en verano y el jersey en invierno, un paseo descalzo y el olor a hollín de las chimeneas de la vieja Castilla.
Estoy vulnerable. ¿Conmigo? Sí contigo. ¿Ya no eres fuerte?
Siempre habíamos sido fuertes. Del norte. Recios y rudos. Nunca lloramos en público, ¿recuerdas? Llorar en público no es de buen gusto. Las emociones en casa. Para dentro. Todo para dentro. A nadie le importa si sufres o no. Cabeza alta, mentón erguido, pecho hacia delante y mirada dura, clavada y precisa. Somos fuertes.
Contigo todos somos vulnerables y hoy más que ayer.
Desde hace meses hablamos sin conocernos. Tú y yo. Y tú también. Y tú. Hablamos a diario. Lo sabes o lo intuyes todo. Tú. Él no sabe nada. No muestra el más mínimo interés. ¿Y ella? Ella lo sabe pero no quiere saberlo. Si he llegado tarde, con quién he estado. Lo que hemos hecho y lo que no y hasta donde habríamos llegado si la historia hubiese sido otra, porque siempre hay otra historia. Otro día, otro par de calcetines, otro fular, otro caramelo de menta, otro vino tinto, otro amante, otro sueño, otro capítulo…siempre otro.
¿Es necesario que ocurran estas cosas para madurar? Se preguntó ella tras dos de los golpes más duros que la vida podía haberle asestado en apenas un par de semanas.
No, no es necesario. Estas cosas ocurren porque la vida es así. La madurez es otra. La de los plátanos, cuando se ponen oscuros por fuera y demasiado dulces por dentro, blandos, correosos, feos, a veces hasta se llenan de moscas que van al almíbar…Cuando ya sólo sirven para hacerle una papilla al niño.
¿Merendamos? ¿Qué quieres?
Besos.
PD: Para ti. Para ti. Hoy especialmente para ti. Y siempre para ti.