26 grados a mediados de noviembre. Perfecta venganza para un verano gélido y amenaza llena de rencor para un invierno que habitualmente en las viviendas sin calefacción y en los bancos de los parques era jodidamente frío. Un corte de mangas en toda regla.
Últimamente un poco desorientado se movía por impulsos.
Harto de esperar lo que nunca llegaba y de recibir siempre a lo inesperado, había decidido dedicarse única y exclusivamente a él, a su cuerpo y a su mente, de momento sólo iba a hacer lo que le apetecía y aquello que le fuese a reportar beneficios económicos o sexuales.
Por mucho que lamentase su situación no iba a conseguir nada si se quedaba parado, así que con un pie delante de otro, como los niños que empiezan a dar los primeros pasos se había puesto en marcha, eso sí , siempre mirando al frente y sin olvidarse de que le gustase o no estaba en el punto de mira.
Constancia y paciencia eran los ingredientes fundamentales de su receta. De lo primero sobrado. La paciencia estaba pensaba robarla a punta de navaja.
Nada de rencor y mucha fuerza. Ese “me importa un pito” que tantas veces se repetía, tendría que convertirlo en su próxima realidad. Claro que le importaba. Claro que me importabas, pero “por sus cojones” y también por los míos, no te ibas ni a enterar, e iba a aguantar hasta el final y sin despeinarse, y sin perder el norte, ese que tanto les gustaba a ambos.
No hacía todo aquello ni por ella, ni por ti. Lo hacía por él y lo iba a hacer hasta las últimas consecuencias, incluso sin importarle llevarse por delante algunas cosas que siempre habían estado entre sus prioridades. Estas podrían esperar. Sabrían perdonar. Lo entenderían. No quería volver a la mina a picar emociones negras.
Aunque él no lo sabía. No lo sabía nadie. Ellos iban a ganar y ese sería el primer cambio.
Aunque ese proyecto no pudiese ser, iba a ser otro, y si no otro, u otro. Primero picarían un muro de cemento, después uno de piedra, después el de barro y todo hasta pisar descalzos la arena fría y húmeda de la playa más larga y bonita que jamás pudiesen compartir.
Aunque ellos no te conocían. No lo conocía nadie de los que lo pretendían, él sabía que al final sólo estabas tú. Ellos no. No importaba porque mientras llegaba, había decidido pintarle un otoño, el otoño de 2015, ¿te gusta?.