Efectivamente esto fue lo que ayer Don Juan Carlos, ahora ya «Juancar» nos dijo a todos desde sus aposentos. Tal y como está la situación en nuestro país, de venir otro rey yo sería partidario del rey de oros, o a las malas el de bastos; pero no, ya está todo preparado para recibir en unos días al rey Felipe VI, con el que tuve la casualidad de cruzarme el otro día a escasos metros de mi casa. Sinceramente y esto es una opinión personal, yo más que de rey lo veo de sota, pero esto ya es un asunto mío.
Faltó tiempo desde que saltó la noticia para que la gente se echase a la calle a pedir lo que es justo: un referéndum popular. Al mismo tiempo que el pueblo clamaba democracia una vez más, el gobierno blindaba el centro de Madrid: un policía, dos, tres y hasta «cienes»…Helicópteros, furgones, motos y todo un parque automovilístico digno del jeque Abi Dabu. ¿Miedo a una revolución? ¿O al espíritu de Tejero?.
Si se lleva a cabo un referéndum; qué opciones me propondrán: ¿monarquía o república? Pues estamos bien. Si una es cara, la otra lo es más así que señores otra vez a rascar el bolsillo. Como diría una gran amiga: ¡anda ya!. Pues yo no quiero ninguna. Si presumimos de un país democrático donde el presidente es elegido con mayor o menor acierto en las urnas, ¿para qué queremos un rey o un jefe de una república?, ¿para que representen en el mundo la #marcaespaña?. ¿Y quién mejor que los casi 50 millones de ciudadanos para representar a nuestro país «alen» de los mares?.
Aquí ya no hay más que chupar, y al que no le guste: «carretera y manta» y sino ¡bienvenido rey de bastos!.