INVIERNO

INVIERNO

La señora Emilia ya se ha puesto su toquilla gris de perlé. Don Francisco su abrigo verde de paño inglés. Y yo mi gorra de pana negra, mi abrigo con capucha de esquimal y los calcetines de lana que mi madre me compra en el mercadillo de Cariño todos los otoños, – Nena 3 pares a 5 €-. Lo que no le dice la señora es que estos calcetines están fabricados para durar 6 meses, a partir de ahí los tomates comienzan a reproducirse a tal velocidad que en Abril ya podría hacer gazpacho.
La calle del Carmen huele a castañas de principio a fin, y la castañera me ha contado que ha vendido más en dos días que en dos meses. Los cafés están hasta arriba. Y la chocolatería de San Ginés tiene tanta gente en la puerta, que los sin techo que allí se cobijan tienen que mudarse.
Desde el alto del puente de Segovia puede verse como las chimeneas del sur de la capital están a todo gas. Humos grises de las todavía calefacciones de carbón que dibujan un cielo en todas sus tonalidades, desde el blanco Ariel hasta el negro casi fúnebre, pasando por el gris perla, gris arena, gris bistre o gris marengo.
Ayer a duras penas llegamos a los cuatro grados en todo el día. La nieve introvertida como siempre se presentó sin previo aviso en las zonas más altas de la ciudad. En la sierra llegó haciendo mucho más ruido. Despertó a los vecinos cuando aún no había salido el sol, y ya les dijo que le prepararan una habitación porque llegaba para quedarse.
La Plaza Mayor está totalmente cubierta de andamios y vallas, los operarios del ayuntamiento se afanan a toda velocidad en montar todos los puestecillos del mercado navideño, y al reloj de la Puerta del Sol le ha salido un contrincante. Un abeto metálico de varios metros decorado con bombos de lotería, esos que en poco tiempo nos harán soñar a todos al menos por unas horas.
Este fin de semana se termina con varias visitas y con la alegría de que he vendido tres fotos: “La Perejila”; “La Librería Médica” y las “fachadas latineras” tienen nuevos dueños. Además de la “Posada del Peine” que esa ya se había vendido hace unos días. Cuando vendo una foto me alegro porque es bueno para mi economía, para mi supervivencia actual, pero por otra parte es como si dejase un hijo al cuidado de otro. Detrás de cada imagen hay una historia, un momento, mucho tiempo y gran ilusión. Espero que los nuevos propietarios sepan valorar todo esto de la misma forma que yo lo hago.
Y ahora voy a llamar a mi casa para contarles las buenas nuevas. Os dejo una foto que fue echa hace hoy un año en una excursión a la sierra del Moncayo. Deseo que tengáis una feliz semana y a abrigarse porque llegó el invierno.

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