MIEDO

Con cuatro años las fauces de los “cocorrilos” me tuvieron atemorizado durante un invierno. Era meterme en cama, quedarme dormido y un inmenso reptil colarse entre mis sábanas para devorarme enterito. Ese verano mi madre me llevó al zoo y me explicó que aquellos feroces animales vivían muy lejos de mi casa y que si salían de su habitat se morían. Mi temor se terminó.
Tener miedo no es malo. Forma parte de nuestro aprendizaje vital. Primero tenemos miedo al coco “que viene y nos comerá” y al final de nuestros días a la muerte, que también llega y “nos llevará”.
A lo largo de la vida nuestros miedos van variando y poco a poco, en diferentes etapas y siempre con ayuda de alguien los vamos superando. Los miedos son como las guerras, hay que luchar hasta al final para poder triunfar.
La batalla con el agua la ganamos cuando aprendemos a nadar. El combate con la bicicleta lo vencemos cuando comenzamos a andar sobre dos ruedas. La contienda con la soledad es nuestra cuando nos quedamos solos, y al conflicto con la muerte tan común en los humanos le ponemos fin cuando nos aferramos a la vida.
Muchas veces los miedos nos superan, nos paralizan y no permiten que avancemos. Los humanos podemos ser crueles sin querer o queriéndolo. Uno de los peores miedos y que a todos nos acompaña en algún momento de nuestra existencia es el miedo a nuestros semejantes. Temor al castigo de nuestros padres. Terror a la regañina de nuestros profesores. Canguelo al jefe por un trabajo mal hecho o mismo pánico a un amigo cuando no estamos de acuerdo con su opinión o parecer. Miedo al NO. Ese miedo a la negación es el que nos lleva por el camino equivocado hasta tal punto que nos perdemos en un bosque de mentiras, excusas y patrañas.
Estamos educados para el SÍ y maleducados para el NO. A veces la excesiva corrección, el qué dirán o la maravillosa sensación que produce un SÍ nos oculta y disfraza la realidad e incluso nos lleva a realizar cosas que no queremos, no nos apetecen o simplemente no podemos hacer.
¿Por qué decimos SÍ cuando en realidad queremos decir NO? ¿Por qué no pedimos ayuda cuando la necesitamos? ¿Por qué no decimos lo que pensamos cuando estamos en grupo? Miedo, miedo y más miedo.
Hay dos maneras importantes para controlar esta desagradable sensación, una es compartirla porque sólo así vemos que no somos los únicos que la padecemos y eso siempre nos hace sentir más cómodos, y la otra es analizar todas las cosas buenas que hay detrás de esos temores y que nos estamos perdiendo. En la trastienda de todo miedo hay una realidad a la que muchas veces no queremos enfrentarnos por el sufrimiento que nos puede ocasionar. Por naturaleza los seres humanos somos cobardes y nos cuesta dar un paso cuando sabemos que en ese proceso no lo vamos a pasar bien, pero al final y como todo en la vida el miedo es un reto más que sólo vencemos con superACCIÓN. ¿Os habéis preguntado por qué nos cuesta tanto decir te quiero?.
We can do it!

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